Trastornos de la alimentación: señales a detectar y consejos para iniciar una conversación
Los trastornos alimentarios son un tipo de afección de salud mental caracterizada por alteraciones en las conductas alimentarias. Las personas con trastornos alimentarios tienden utilizar el control de los alimentos para manejar sentimientos angustiosos y situaciones difíciles.
Los trastornos alimentarios son relativamente comunes en adolescentes y adultos. La investigación sugiere que entre 1,25 y 3,4 millones de personas en el Reino Unido se ven afectadas por un trastorno alimentario, de los cuales alrededor del 75% son mujeres y el 25% hombres. En Chile, se ha reportado una prevalencia de entre 7,4% y 12% en población adolescente, con un aumento de 30% durante la pandemia.
Los trastornos alimentarios tienen la tasa de mortalidad más alta de todos los trastornos psiquiátricos, por lo que la prevención, identificación temprana y tratamiento son fundamentales. Cuanto antes alguien reciba tratamiento, más aumentan las probabilidades de alcanzar una recuperación completa.
La mayoría de los trastornos alimentarios se desarrollan durante la adolescencia. La edad promedio de inicio de la anorexia y bulimia nerviosa es entre los 16-17 años y entre los 18-19 años respectivamente. Como tal, el colegio y la universidad son escenarios importantes para quienes luchan contra los trastornos alimentarios. Para poder identificarlos y abordarlos de forma adecuada, el Centro Anna Freud nos entrega información que tradujimos para que puedas conocer más sobre este tema. [Revisa el artículo original acá]
¿Cuáles son los trastornos alimentarios más comunes?
1. Anorexia Nerviosa
Uno de los trastornos alimentarios más conocidos, la anorexia. Se cree que la Nervosa (Anorexia abreviada) explica
alrededor del 8% de todos los casos de trastornos alimentarios. Es un trastorno en el que las personas tienen un bajo peso debido a la limitación en cuánto comen y beben. Pueden desarrollar “reglas” en torno a lo que sienten que pueden y no pueden comer, así como qué, cuándo y dónde van a comer.
2. ARFID
Es una condición caracterizada por individuos que evitan ciertos alimentos o tipos de alimentos y/o restringen la ingesta de estos. Ello lo pueden justificar por diferentes razones, incluyendo la sensibilidad al gusto, textura, olor o aspecto de determinados alimentos, previas experiencias de angustia con la comida, o incapacidad para reconocer que tienen hambre. Vale la pena señalar que ARFID puede verse diferente en cada individuo.
3. Atracones
Es un trastorno grave en el que las personas comen cantidades muy grandes de comida en un corto período de tiempo, con la sensación de pérdida de control sobre lo que están haciendo. A diferencia de las personas con bulimia, no suelen seguir los atracones deshaciéndose de los alimentos a través, por ejemplo, de vómitos, aunque a veces pueden ayunar entre atracones. La evidencia sugiere que es más común que algunos otros trastornos alimentarios.
4. Bulimia nerviosa
Las personas con bulimia están atrapadas en un ciclo de comer grandes cantidades de comida (atracones), y luego tratar de compensar ese exceso de comida vomitando, tomando laxantes o diuréticos, ayuno o ejercicio excesivo (purga).
5. OSFED
A veces, el trastorno de una persona no presenta todos los síntomas esperados para ser diagnosticado con uno de los trastornos antes mencionados. En ese caso, podrían ser diagnosticado con OSFED. Esto es muy común: representa el mayor porcentaje de trastornos alimentarios. Es tan grave como cualquier otro trastorno alimentario, y puede llegar a configurar otro diagnóstico. Como OSFED es un término general, las personas diagnosticadas con él pueden experimentar síntomas muy diferentes.
¿Qué factores podrían hacer que alguien sea más propenso a desarrollar un trastorno alimentario?
Los trastornos alimentarios son complejos y no tienen una única causa, pero sabemos por investigaciones que los individuos pueden estar predispuestos debido a su composición genética o biológica. Algunas investigaciones han encontrado que las mujeres familiares de personas que padecen anorexia tienen 11,4 veces más probabilidades de sufrir anorexia en comparación con los familiares de los participantes no afectados. Aun no está claro cuánto de este vínculo entre los miembros de la familia es genético y cuánto se debe a factores medioambientales.
Para algunas personas, los síntomas del trastorno alimentario pueden desencadenarse por un evento específico o situación. Los posibles desencadenantes podrían incluir estrés, experiencias traumáticas (por ejemplo, experiencias de abuso, intimidación o la pérdida de un ser querido), o rupturas de relaciones. También es muy común que las personas con un trastorno alimentario experimenten sentimientos de ansiedad o bajo estado de ánimo. Es importante tener esto en cuenta cuando se apoya a alguien con síntomas del trastorno alimentario.
Señales a detectar en los estudiantes
Los primeros signos de un trastorno alimentario emergente pueden ser que una persona joven
• A menudo se salta las comidas, o dice que ha comido antes o después cuando se le pregunta
• Evita comer cerca de otras personas
• Come muy despacio
• Pasa mucho tiempo preocupándose por su peso y la forma de su cuerpo
• Es reservado/preocupado por la comida
• Se enferma o toma laxantes después de haber comido
• Pierde el apetito
• Tiene miedo de aumentar de peso
• Tiene hábitos o rutinas muy estrictos en torno a la comida
• Experimenta cambios en el estado de ánimo, como ser retraído, ansioso o sentirse bajo de humor
Algunos signos físicos que pueden experimentar personas con un trastorno alimentario son:
• Sensación de frío, cansancio o mareos
• Dolor, hormigueo o entumecimiento en los brazos
• Sensación de desmayo
• Problemas con la digestión
• Pérdida o aumento de peso drásticos.
¿Cómo iniciar una conversación si estás preocupado?
Las personas con un trastorno alimentario necesitan sentir que son dignas de amor y cuidado. Una relación de confianza puede ayudarlos a abrirse sobre sus sentimientos y dificultades.
¿Cómo se puede ayudar en el contexto educativo?
• Preguntar al estudiante si le gustaría hablar sobre sus preocupaciones, y tomarlas en serio. Muéstrales que te importan escuchándolos, ofréceles empatía, comprensión y posibilidades para ayudarlos a resolver problemas.
• Adoptar un enfoque sin prejuicios, que acepte la opinión del joven y los sentimientos negativos como válidos.
• Preguntándoles cómo les gustaría ser apoyados y permitiéndoles permanecer en control tanto como sea posible.
• Ten en cuenta que las personas a menudo sienten vergüenza por su forma de comer, y puede que les resulte difícil hablar de ello. Trata de reconocer esto, y empatizar con sus luchas.
• Si eres la primera persona a la que esta persona le ha contado sobre sus dificultades para comer, anímalos a buscar ayuda terapéutica adecuada tan pronto como posible. Un médico de cabecera es la mejor persona para que vean inicialmente, ya que será capaz de dirigirlos al mejor servicio para ellos.
Tratar de evitar:
• Hacer suposiciones; pregúntele al estudiante qué ayuda necesita en lugar de suponer o adivinar.
• Minimizar sus experiencias o sentimientos y usar frases como “cálmate” si se sienten ansiosos.