¿Qué son los estímulos ‘Súper-normales’?
Hoy más que nunca, la tecnología ha irrumpido con fuerza en nuestras vidas, probablemente para quedarse. ¿Están nuestros cerebros preparados para manejar los volúmenes y tipos de estímulos a los que estamos expuestos diariamente?
Por Arturo Troncoso
En la actualidad nos parece sumamente normal vivir en ciudades en donde uno puede ver a cientos de personas en un día, o tener la oportunidad de encontrar una fuente de alimento en casi cada esquina, con una variedad enorme de opciones. También tenemos artefactos que nos permiten encontrarnos con cantidades inimaginables de conocimientos, imágenes, videos y nuevas formas de relacionarnos a través de internet y las redes sociales.
Todo lo anterior, que para nosotros parece algo habitual, para nuestros antepasados más remotos sería algo muy extraño y que parece de fantasía, ya que las condiciones en las que ellos evolucionaron y tuvieron que adaptarse durante miles de años eran muy distintas a las que tenemos en la actualidad. La comida era escasa, el entorno estaba lleno de peligros y los grupos de personas que vivían juntos o en proximidad eran bastante reducidos.
Nuestro cerebro evolucionó bajo esas condiciones y se adaptó para responder a las necesidades que teníamos en esos tiempos. En términos generales, nuestro cerebro sigue funcionando de esa misma manera, pero al estar en un ambiente totalmente distinto del que se tuvo que adaptar, la manera en la que responde a algunas “señales” del ambiente produce efectos distintos (y en muchos casos no ayuda para nada a nuestra supervivencia).
Nuestro Cerebro
“El sistema de recompensa influye en nuestro ánimo, nuestras emociones, nuestra motivación y es el origen de nuestros impulsos y deseos más básicos, influyendo fuertemente en nuestra conducta con el fin de ayudarnos a sobrevivir.”
En nuestro cerebro tenemos múltiples estructuras muy antiguas en términos de nuestra evolución y que están involucradas en casi todas las funciones físicas y mentales de nuestro organismo, cuyo trabajo es asegurar nuestra supervivencia.
La mayoría de estas estructuras primitivas están incluidas en lo que se ha denominado “el sistema de recompensa”. El sistema de recompensa influye en nuestro ánimo, nuestras emociones, nuestra motivación y es el origen de nuestros impulsos y deseos más básicos, influyendo fuertemente en nuestra conducta con el fin de ayudarnos a sobrevivir. Esta tarea de supervivencia la realiza de una manera superficialmente simple: nos conduce en la búsqueda de placer y a evitar el dolor. De esta manera se busca la repetición del placer y evitación el dolor a cualquier precio. Con ese fin, nuestro sistema de recompensa se activa cuando realizamos conductas que aumentarían nuestra supervivencia o la supervivencia de nuestros genes, como la alimentación, sexo, toma de riesgos, el logro, el juego y la novedad.
La novedad activa el sistema de recompensa ya que nuestros antepasados pudieron ver el valor que tiene para la supervivencia individual y como especie el poder encontrar nuevos territorios, nuevas fuentes de alimentos y nuevas posibles parejas. Por ejemplo, una de las razones por la que encontramos navegar por internet tan atractivo es la novedad que encontramos al hacerlo ya que internet nos ofrece un flujo de novedad sin límites en lo que nos puede mostrar.
La dopamina es uno de los principales neurotransmisores que le da vida a nuestro sistema de recompensa. Si éste sistema fuera un motor que nos mueve hacia la satisfacción de nuestras necesidades más básicas, la dopamina sería el combustible. La dopamina nos dice que tenemos que obtener lo que va a saciar nuestra necesidad, de esta manera se produce una señal en nuestro cerebro que dice “anda y consíguelo”, sea lo que sea. Por otro lado, se ha visto en estudios con ratones que si se bloquea la liberación de dopamina en el cerebro, el resultado es una falta de motivación, incluso frente a necesidades básicas insatisfechas.
Entonces podemos entender la dopamina como lo que nos hace “querer y buscar”. Es liberada principalmente en anticipación a algo realmente atractivo para nuestro sistema de recompensa, como tu postre favorito o la posibilidad de intimar con una pareja. La recompensa final, o lo que vivimos como sensaciones de placer en nuestro cuerpo, involucra la liberación de opioides en nuestro cerebro (como cuando tenemos un orgasmo o nos sentimos satisfechos luego de una comida particularmente buena). Los opioides nos hacen sentir satisfechos de manera tal que de detengamos nuestras conductas de búsqueda y antojos.
Sin embargo, nuestro sistema de recompensa es más fuerte que nuestro sistema en base a los opioides. Es decir, buscamos más que lo que nos sentimos satisfechos. La mayoría habremos tenido la experiencia al comer, estando bastante satisfechos o incluso un poco arrepentidos al habernos sobrepasado con la cantidad de comida, sólo para olvidarnos de esto cuando vemos a alguien pasar con un plato de postre. Podemos entender lo anterior ya que para nuestro cerebro estar buscando tiene más probabilidades de mantenernos vivos que si nos quedamos inmóviles en un estado de satisfacción.
¿Qué es un “súper-estímulo”?
Un estímulo supernormal o súper-estímulo, es una versión exagerada de un estímulo para el que ya existe una tendencia de respuesta en nuestro cerebro, o que produce una respuesta más fuerte en nuestro sistema de recompensa que la que produce el estímulo para el que evolucionó este sistema (el estímulo “original” o “básico”). Este tipo de estímulo generalmente posee de manera exagerada atributos que son clave en la respuesta que nos genera en el cerebro, como lo sería por ejemplo el azúcar en los alimentos artificiales, el color y brillo de una fruta en un comercial, o las proporciones de un/a modelo de ropa que han sido modificadas por cirugía estética.
Al estar frente a un estímulo supernormal, nuestro sistema de recompensa produce una respuesta más alta que la que produciría frente a un estímulo normal, libera una mayor cantidad de dopaminas y nos dice que eso que estamos viendo es sumamente importante para nuestra supervivencia. El problema con este tipo de estímulos es que el mensaje que nos entrega nuestro cerebro sobre su importancia rara vez es cierto (a menos que veamos una torta cuando estemos perdidos en medio del desierto sin comida). Lo que es más preocupante es que se ha demostrado científicamente que en todas las adicciones el factor común es la liberación aumentada de dopaminas en anticipación al consumo o en presencia de un estímulo asociado a la adicción y una sensibilización hacia el estímulo o la sustancia adictiva (nuestro cerebro se activa más frente a lo que le tenemos una adicción). Esto tanto en adicciones de sustancias como en adicciones del comportamiento, como adicción a los juegos de azar por ejemplo. La dopamina por si misma actúa de refuerzo frente a la actividad que estamos realizando, y así genera una sensación de gozo buscando que realicemos y repitamos esta actividad “tan importante” para nuestra supervivencia.
A continuación, revisamos distintas áreas en las que podemos encontrar muchos súper-estímulos en la actualidad.
Alimentación: alimentos artificiales
Sexualidad: pornografía y cirugías estéticas (entre otros)
Nuestros impulsos sexuales surgen en respuesta a distintos estímulos y están orientados a la búsqueda de una posible pareja para la reproducción. La reproducción es tan importante para el sistema nervioso de todas las especies, que en el caso de los mamíferos (nuestra familia) se produce una respuesta placentera en nuestro sistema nervioso. Esta respuesta de placer no tiene como único fin la reproducción, es decir, el tener descendencia, ya que se ha visto en distintos estudios que también ayuda a la vinculación entre parejas y generar mejores actitudes parentales (mediados por la oxitocina, una hormona que ayuda a modular nuestros comportamientos sociales).
En nuestra historia evolutiva era muy extraño encontrar muchas “potenciales parejas” para reproducirse a lo largo de la vida, ya que en nuestro pasado las comunidades eran más reducidas y estaban menos concentradas territorialmente, por lo que era un desafío el poder encontrar una pareja “adecuada” y que al mismo tiempo estuviera disponible. Por ejemplo, la mayoría de los hombres tiene una fuerte influencia biológica para responder a ciertos estímulos procedentes de características físicas visibles en una mujer, tales como el ancho de caderas, el tamaño de los pechos y el rubor en la piel dentro de otros. Estos estímulos son interpretados por nuestro cerebro como señales que indicarían fertilidad y la capacidad de reproducirse de la mujer que observamos. Son estas características visuales descritas las que generalmente se alteran y exageran con las cirugías estéticas, de manera tal que un cuerpo alterado de esta forma (con estas características que pasaron a ser un súper-estímulo), en principio, produciría una mayor respuesta por parte de nuestro sistema de recompensa. Es importante entender también, que para nuestro cerebro hay poca diferencia entre ver a una “potencial pareja” en el otro lado de la calle y verla a través de una pantalla.
Por todo lo anterior podemos entender que la pornografía es un súper-estímulo, ya que explota estos mecanismos de nuestro cerebro al ofrecernos una cantidad prácticamente ilimitada de “posibles parejas” (dada la cantidad de contenido de la web), muchas exagerando las características que nos atraen más como especie, de manera tal que nuestro sistema de recompensa nos dice que tenemos que aprovechar ésta “oportunidad”. Se ha visto que éste contenido puede ser adictivo, incluso generando problemas en la vida sexual con una pareja real, como han mostrado varios estudios.
Con el ejemplo anterior podemos apreciar que con creaciones del mundo moderno (como la pornografía de la web) los mecanismos primitivos de nuestro cerebro, cuya función es aumentar nuestra capacidad de supervivencia y adaptación, pueden hacer precisamente lo contrario. Quizás ahora podemos entender de mejor manera la frase que dice “el sexo vende”.
Relaciones sociales y validación: redes sociales
Al ser animales sociales, no sólo lo que ocurre en nuestro entorno físico es importante para nuestra supervivencia; también lo que ocurre en nuestro mundo social es relevante. Nuestro mundo social y nuestro posicionamiento en éste, a lo largo de nuestra evolución, ha significado para una gran cantidad personas tener una mayor posibilidad de sobrevivir, ya sea por cooperación, someterse a una “autoridad” con el fin de obtener beneficios (como más alimento por ejemplo) o incluso estar mejor posicionados para así tener mayores posibilidades de encontrar una pareja “adecuada”. Saber lo que ocurre en nuestro entorno social, y el cómo somos valorados en éste, serían entonces aspectos importantes para nuestro cerebro, sobre todo lo que tiene relación con ver el propio posicionamiento y validación en nuestro entorno social (ya que estaría relacionado con nuestra supervivencia personal directamente).
Las redes sociales son un súper-estímulo en este caso, por la cantidad de información a la que podemos acceder del resto, pero más importante, por la posible validación y posicionamiento que podemos recibir de otras personas. Cuando compartimos una foto o un estado y recibimos “likes” o “me gusta”, con cada uno de ellos o en anticipación a recibirlos (quizás al sentir nuestro celular vibrando en nuestro bolsillo o escuchar las notificaciones) se libera una pequeña cantidad de dopaminas. El truco es que, mientras en el mundo real rara vez encontraremos a una gran cantidad de personas (conocidas o desconocidas) validando o comentando algo sobre nosotros o lo que hacemos, en las redes sociales es algo frecuente e incluso se incentiva.
De ésta manera, nuestro cerebro interpreta nuestra participación en estas redes como algo valioso, además de tener dificultades al momento de diferenciar un elogio o invalidación que se recibe de manera virtual con uno que se recibe en persona.
Da para reflexionar…
La forma de vida que tenemos en la actualidad implica grandes desarrollos tecnológicos y cada vez mayor implicación de la vida personal, social y laboral a través de dispositivos o de manera virtual. Tanto es así, que por efectos de la pandemia, lo más probable es que el teletrabajo llegó para quedarse.
Estamos expuestos a una gran cantidad de estímulos en el día a día, incluso teniéndolos disponibles al alcance de nuestro bolsillo y de manera casi ilimitada. Cabe preguntarse entonces la manera en la que pueden afectar nuestra manera de vivir, de relacionarnos y si esto es algo que nos supone un beneficio personal y/o social.
Lo cierto es que es importante tener conciencia de cómo nos afectan a nivel personal, y si nos están afectando de manera negativa en relación a nuestras metas, objetivo, valores y sentido.
Algunos links que te pueden interesar
Sobre los súper-estímulos
Sobre Dopamina, motivación y aprendizaje
https://www.nature.com/articles/nrn1406 https://neurosciencenews.com/dopamine-learning-reward-3157/ https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC6358212/ https://www.researchgate.net/publication/8554485_Dopamine_learning_and_motivation
Sistema de recompensa, dopamina y adicción
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC1920543/ https://www.researchgate.net/publication/47356791_Dopaminergic_reward_system_A_short _integrative_review
Sobre Alimentos y comportamientos adictivos https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0149763414002140 http://fastlab.psych.lsa.umich.edu/wp-content/uploads/2016/04/1-s2.0-S019566631630647X- main.pdf
Sobre Internet, redes sociales y comportamientos adictivos
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC4926056/ https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/20545603/ https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC3194102/
Sobre Sexualidad, pornografía y comportamientos adictivos
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC4600144/ https://www.mdpi.com/2076-328X/6/3/17/htm https://digitalcommons.uri.edu/dignity/vol4/iss1/5/ https://onlinelibrary.wiley.com/doi/full/10.1111/hcre.12108 https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC4403291/