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Conflictos Familiares en el Estallido Social

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Conflictos Familiares en el Estallido Social

Han pasado ya más de dos meses desde el ‘Estallido Social’. Sin embargo, las diversas razones que alimentaron su aparición permanecen instaladas en la discusión pública, y por cierto en la discusión privada. Es posible que muchas familias hayan experimentado conflictos y discusiones producto de nuestras diferencias de opinión sobre lo que está pasando. En este fin de año 2019, compartimos más tiempo juntos en vísperas de las festividades, lo cual puede aumentar las tensiones al interior de la familia, pero también nos da una oportunidad de conversar y entendernos mutuamente.

Es natural que las familias – independiente de cómo se configuren y quienes las constituyan – puedan vivir conflictos internos. Los conflictos son parte de nuestra historia y no está mal que existan, pero es importante tratar de resolverlos en conjunto y de manera respetuosa. Sabemos que nuestros sentimientos de ansiedad, depresión y problemas de relaciones con otras personas pueden estar fuertemente influidos por nuestros conflictos familiares, por lo que parte de promover nuestra salud mental comienza ‘por casa’.

¿Por qué tenemos conflictos al interior de las familias?

Por supuesto las causas de nuestros conflictos pueden ser múltiples, pero algunas ideas básicas nos pueden ayudar a entenderlos. Los conflictos normalmente tienden a ocurrir porque:

  • Tenemos diferencias de intereses, necesidades y deseos.

  • Tenemos diferencias de opinión sobre cómo hacer las cosas.

  • Tenemos diferencias de criterios para la toma de decisiones.

  • Tenemos diferencias valóricas en nuestra visión de mundo.

Estas diferencias se vuelven más visibles ante la actual situación del país. Los temas políticos que se han tomado la agenda no son irrelevantes con respecto a nuestra identidad personal. Nuestra opinión sobre estos temas refleja algunos de nuestros valores y deseos más profundos, como así también revelan gran parte de nuestra visión de mundo.

Al tocar temas tan sensibles, las diferencias se hacen más difíciles de manejar sin caer en agresiones o descalificaciones. Y ante esta dificultad, las personas tenemos distintas estrategias de enfrentamiento. Algunos evadimos el conflicto hablando de otra cosa, otros tratamos de imponer nuestras visiones personales; algunos simplemente aceptamos sumisamente lo que se nos impone para no ocasionar problemas; y en casos extremos, algunos podemos caer directamente en la violencia.

¿Cómo podemos resolver conflictos sin ser violentos?

Muchas veces la violencia o agresión no se manifiesta sólo de manera física, sino mediante palabras, gestos, actitudes u otros. Se puede observar al subir nuestro tono de voz, haciendo comentarios irónicos, o inclusive en silencios incómodos. Estas agresiones por lo general responden a reacciones emocionales no muy pensadas que se nos escapan de control. Podemos ser presas de la frustración que nos produce que el otro no nos entienda, o pensar que sus visiones no están fundadas. Es por esto que la posibilidad de dialogar exitosamente radica en gran parte en nuestra capacidad de detenernos y observar. El experto en resolución de conflictos Aldo Civico, propone 3 pasos para evitar que los conflictos escalen:

(1)   Tomar consciencia de la propia perspectiva. Detenerse y preguntarse, ¿qué es lo que me molesta? ¿Cómo me hace sentir? ¿Por qué me siento así? Estas preguntas nos permitirán clarificar qué está a la base del conflicto.

(2)   Observar la perspectiva del otro. Tratar de tener empatía y ponerse en los zapatos del otro. Tratar de suspender los juicios por un momento y preguntarse, ¿qué pasa en la vida del otro? ¿Qué influirá en sus posiciones? ¿Cómo interpretará el otro lo que le estoy diciendo? Esto nos permitirá hacernos una mejor idea de cómo lograr dialogar mejor con el otro.

(3)   Ponerse en el lugar de un tercero. Si alguien estuviera mirando el conflicto desde afuera, ¿Qué diría? ¿Qué consejos nos daría? ¿Cuál sería su opinión sobre mi perspectiva y la del otro? Estas preguntas nos ayudan a pensar en el conflicto con mayor distancia, lo cual nos permite mirarlo con mayor objetividad.

Estas tres formas de enfrentar nuestros conflictos pueden ser de ayuda a la hora de empoderarnos y ser proactivos para su solución. Sin embargo, la capacidad de negociar también implica respetar si el otro no desea hablar aún de los conflictos: todos tenemos tiempos distintos y maneras diferentes de procesar los eventos y las diferencias. Parte de saber dialogar es justamente reconocer estas diferencias.

Este fin de año puede ser una oportunidad de tratar de conversar nuestros problemas y conflictos, analizarlos, y definirlos. Puede ser una oportunidad de simplemente detenerse y observar al otro. Todo esto, puede ayudar a crear un mejor clima en nuestras familias y beneficiar nuestra salud mental.

Nota por Sanndy Infante y Candice Fischer.

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